“Hay un momento para todo, y un tiempo para cada cosa”
¿Cuántas veces habremos oído esta expresión? “Hay un momento para cada cosa”, ¡vale! Pero, ¿cómo saber cuál es el momento adecuado para cada una de ellas?.
Imaginad un nido de huevos de pollito. Está claro que, tarde o temprano, todos los huevos terminarán por abrirse. Pero, ¿cuál es el momento adecuado para cada uno de ellos?. Mamá Naturaleza es sabia, y no permitiría que un huevo se abriese antes de que el pollito estuviese listo para salir del cascarón. Así que, poco a poco, uno por uno, irán abriéndose hasta que todos los pollitos estén fuera. Y a partir de ahí, la vida de los pollitos estará sujeta a “momentos” (momentos para su primera comida, para aprender a volar, para nadar, e incluso, para cuando tengan que emprender solos su camino, sin la ayuda de su mamá).
Hay un proverbio Oriental que dice “Por mucho que disparemos contra el gallo, nunca dejará de amanecer”. La vida sigue, queramos o no. Acompasarnos a su ritmo, y disfrutarla, es sólo responsabilidad de cada uno.
Son muchos los libros que se han escrito sobre la búsqueda de la felicidad, ese bien tan preciado y apreciado a nivel mundial. Algunos hablan de la felicidad como forma de viajar, otros hablan de la felicidad como un objetivo o un destino. También, hay quienes hacen alusión a estados internos de plenitud que debemos alcanzar. En mi opinión, todos están en lo cierto.
Centrarse en el aquí y el ahora, el carpe diem, son conceptos, a veces, difíciles de asumir. Sobretodo cuando la realidad que nos rodea, no se corresponde con lo que uno entendería por “felicidad”. Pero aprender a valorar la felicidad dentro de las pequeñas cosas, sin dejar que determinados hechos nos preocupen más de lo que deberían, es sin duda una forma sana de buscar la felicidad. Pero sin embargo, y en mi opinión, no es la única.
Aunque parezca mentira, ser feliz es algo que a veces sucede sin más, y otras veces, hay que aprender a serlo.
Es cierto que no se debe permanecer con la vista atrás, hacia nuestro pasado, demasiado tiempo. Pero tampoco debemos hacer por olvidarlo sin más. Porque forma parte de nuestra historia. Al fin y al cabo, es nuestro pasado el que determina quiénes somos ahora. Aunque en ocasiones volver atrás pueda provocar en nosotros emociones negativas, muchas de esas emociones son necesarias para avanzar y poder alcanzar ese estado de plenitud.
“Vivir el presente”, como premisa, es algo bueno. Y aprender a disfrutar de las pequeñas cosas buenas que la vida nos aporta a diario, todavía lo es más.
Pero como todo en esta vida, hay un momento para cada cosa y cada cosa tiene su momento. Al igual que los pollitos, al salir del cascarón. Hay un momento para enfrentarnos a ese “algo” que tanto miedo nos da, para planificar cual será nuestro siguiente paso, e incluso, para mirar atrás y superar aquello que tanto tiempo lleva dañándonos.
¿Dónde está entonces la felicidad? La felicidad está en todas partes. Está allá dónde nosotros queramos verla. Se encuentra en superar todos y cada unos de esos momentos con éxito (y cuando digo “éxito”, me refiero a hacer lo correcto, aunque duela). Se halla en la aceptación y el encuentro con uno mismo. Está en aquello que nos hace sentirnos vivos, o realizados.
Recordemos a Maslow y su pirámide. El ser humano tiene necesidades, de lo más básico hasta lo más espiritual, la autorealización. Imaginemos la felicidad como algo transversal a esa pirámide. Algo que se manifiesta dentro de todos y cada uno de los diferentes estadios. Sólo así, podremos ver que la felicidad está en todas partes, aunque a veces, trate de esconderse detrás de aquello que tan poco nos gusta. Aquello de lo que más tarde o más temprano, acabaremos aprendiendo algo.
«La felicidad está en todas partes, simplemente hay que saber dónde buscarla»

Ainoha me encanta tu blog desde ahora soy fan tuya cuentas cosas como si tuvieras mas edad y lo hubieras aprendido directamente de la vida….desde hoy te voy a leer siempre.
¡Muchísimas gracias Verónica! Me alegro mucho de que te guste lo que escribo. ¡Un Saludo!