¿Por qué a veces cuesta tanto tomar esa decisión, aunque en el fondo sepamos que es en realidad lo que más nos conviene?
- Acudir a terapia, implica depositar una confianza en alguien que no conocemos. Deberemos contar a esa persona cosas que, probablemente, nadie más conozca. En cierto modo, eso nos hace sentir vulnerables y expuestos. Pues si bien es cierto que, frente a nosotros habrá una persona que, tratará de conocer todos aquellos detalles que puedan resultar relevantes para emprender juntos la búsqueda de una solución a nuestro problema.
- Decidir buscar ayuda, es una aceptación tácita de que vamos a tener que enfrentarnos a aquello que tanto malestar y desasosiego nos provoca. Sabemos que, más tarde o más temprano, llegará el momento de abrir la Caja de Pandora e ir dejando que salgan todos los «males».
Suele ser frecuente que, cuando se acude a terapia por un problema en concreto, con el paso de las sesiones, vayan surgiendo temas colaterales. Aunque aparentemente no estén directamente relacionados con el problema inicial. Cuando llega este momento, parece que ya no hay vuelta atrás. Se abre la veda y todos aquellos males, que fuimos guardando dentro de la caja… ahora comienzan el proceso inverso.
Muchas veces, sacar a relucir estas situaciones e incidir sobre ellas, nos deja con un mal sabor de boca. Salimos de la terapia casi peor de lo que habíamos entrado. La ansiedad y el desasosiego, se convierten ahora en compañeros habituales, pues hemos abierto la Caja de Pandora.
Pero esa caja se abre con un objetivo. En su momento, todo fue metido ahí dentro casi a golpes. Con intención de hacer referencia ello lo menos posible, porque sólo recordarlo, ya dolía. Los problemas han ido entrando uno tras otro, sin ningún orden y lo que es peor, muchos de ellos, sin haber sido debidamente resueltos.
¿Dónde acaban siempre aquellos objetos que andan días y días dando vueltas por casa? Por regla general, dentro de ese cajón sin función específica y dónde podemos encontrar un sin fin de objetos de diverso uso. Y esos objetos seguirán ahí, hasta que decidamos ordenar el cajón y colocar los objetos dónde corresponde o, deshacernos, aún con dudas, de aquellos objetos que no sabemos con certeza, si llegaremos a utilizar algún día.
Por lo que a nosotros respecta, hemos de iniciar un proceso de introspección. Un hecho que requiere un enfrentamiento directo con aquello que más terror nos provoca, nuestros propios miedos. Pero lo que no sabemos, es que dentro de esa caja y tras todos esos males, también se encuentra todo lo bueno que hay en nosotros. Aspectos más que positivos de nosotros mismos, que han permanecido ocultos tras la sombra del dolor, el sufrimiento o el miedo.
Sólo entonces, nos damos cuenta de cuánto hemos avanzado. De cómo la ayuda necesaria y en el momento adecuado, nos ha servido para dar luz a todo aquello que parecía estar inmerso en una profunda oscuridad. Es ahora, cuando llegamos a la conclusión de que ha merecido la pena abrir esa Caja de Pandora. Pues gracias a ella, hemos creado una mejor versión de nosotros mismos, que nos ayuda a ver la vida con otros ojos.
Psicóloga Ainoha Orenes, CV – 11.906
El que suscribe Jita Krsna Das Ph. D. x la Universidad Gurukula, Indhia, dice: Toda introspección corresponde al campo mental, es a la conciencia condicionada y condicionadora a la que hay que descondicionar para que se te proporcione el alivio. La psicología académica-teórica occidental, nunca ha estado tan degradada como hoy esta; ha perdudo todo su crédito y sentido: la del conductismo, la gestalt, la humanista, la perene, el psicoanálisis, la psicodélica, etc. etc,. Existen más de 43 tipos de teorías ¿y qué está pasando con el mundo?, está totalmente de cabeza, ninguna funciona. Deben consultar los ‘Darshanas’, allí encontraran la solución.