Anna Riera, una joven estudiante de Psicología, cansada de observar a las personas de su alrededor sentirse tristes o frustradas por no poder comprar prendas en determinado grupo de tiendas cuya marca se extiende por todo el Mundo, realiza una petición a dicho Gurpo, solicitando que sus tiendas fabriquen tallas más allá de la 44. Esta joven, apuesta porque se ofrezca una imagen real, en lugar de una estereotipada. «Actualmente tienen 2.085 tiendas por todo el mundo. Imagínense la de personas que se quedaron con las ganas de comprar esa chaqueta que tanto le gustó, pero nunca se fabricó una para ellas«.
Anteriormente, había llevado a cabo la petición de retirada de unos maniquíes que mostraban delgadez extrema. El alcance de dicha petición fue tal, que esta joven, consiguió que la marca retirase los maniquíes de sus tiendas sustituyéndolos por otros.
Más información sobre el caso de Anna aquí.
Como Psicóloga, persona y mujer que soy, aplaudo enormemente una iniciativa como esta. Una iniciativa motivada por alguien que pertenece al colectivo más vulnerable en casos como este. Se trata del colectivo juvenil. Muchos jóvenes están creciendo en un entorno marcado por cánones de Belleza exigentes y que distan mucho de la realidad. Quedando aún más lejos de los márgenes de un aspecto saludable.
La imagen que tenemos de nosotros mismos, la medida en la que nos sentimos aceptados dentro del entorno al que pertenecemos o, el potencial del que disponemos para lograr nuestros objetivos, son algunos de los aspectos fundamentales de la construcción de la autoestima. Teniendo esto en cuenta, los mensajes que constantemente recibimos de la sociedad, se traducen en la importancia que tiene el físico a la hora de ser aceptados por los demás. Nos llevan a creer que, únicamente siendo una persona delgada, puedes formar parte de la norma o de lo estrictamente bello.
¿Y dónde está el límite de esa «Belleza»? Al parecer, se encuentra en la talla de ropa que gastas. Más allá de cierta talla, no hay belleza que valga. Es más, se te veta el derecho de sentir que formas parte de «la mayoría». De ahí en adelante, se te otorga la etiqueta de «talla grande». Ya no eres una persona normal, eres «talla grande».
Obviamente, no quiero decir que deban transmitirse ideas que favorezcan la Obesidad. Pero debería preocuparnos que se esté creando cierto estigma hacia a aquellas personas no tan delgadas, e incluso, hacia quienes experimentan problemas de sobrepeso, aislándoles y haciéndoles sentir como seres que pertenecen a una realidad diferente. Personas que se sienten excluidas por su aspecto, como si de un muro se tratase. Una carta de presentación que nos separa de lo que hay detrás de un cuerpo a cual ellos llaman «talla grande».
En segundo lugar, resultan igual de preocupante aquellas personas que recurren a medidas desesperadas o dietas milagro para obtener la imagen deseada. Pero, ¿es esa la imagen que realmente desean tener? o, ¿es la imagen que buscan para sentirse deseados?. Creen que estando delgados (que no sanos), gustaran a más gente y como consecuencia, se sentirán mejor consigo mismos. Y para ello, hacen lo que sea por adelgazar, por sentir que forman parte de la mayoría, por dejar de ser una oveja negra. Lo que puede acabar derivando en trastornos serios de la alimentación.
Todo esto me lleva a preguntarme qué tipo de personas estamos creando entonces. Ojalá pudiera decir que una autoestima que se forja en función de lo que los demás opinen de uno mismo, es una autoestima sana y sostenible. Crear un autoconcepto basado en condiciones y «debería», en lugar de en la aceptación, lleva a la persona a vivir una vida psicológica, emocional y socialmente inestable.
Cada vez son más necesarias las medidas de prevención que se centren en crear personas sanas, física, social y psicológicamente hablando. Personas seguras de sí mismas, emocionalmente hábiles, que se aceptan y aceptan a los demás por quiénes son y no por el aspecto que tienen. Personas que no se sienten aisladas por su físico, sea cual sea su condición. Personas que formen parte de una sociedad en la que se de prioridad a aquello que va más allá de la imagen. Una sociedad que ve a la persona que hay detrás de un cuerpo. Una sociedad que respeta, tolera y no discrimina. Personas que adquieren hábitos de vida saludables, alejados de las presiones sociales que incitan a tener cuerpos excesivamente delgados o excesivamente musculados.
Estas medidas de prevención podrían ser implementadas desde aquel período de nuestra vida en el que somos más receptivos al aprendizaje, desde la infancia. Por ello es urgente apostar por una educación emocional que acompañe y complemente a la formación escolar. Además de incluir el deporte y la alimentación dentro del engranaje. Apostando por una educación que vea el deporte como herramienta educativa, a la vez que enriquecedora. Una herramienta que vaya más allá de las «marcas», los «tiempos» o las «puntuaciones» .
Por todo esto, si en nuestras manos está evitar que las grandes marcas del mundo de la moda, sigan transmitiendo el erróneo mensaje de que el verdadero potencial de una persona se encuentra en su físico, ¿por qué no hacerlo?